EL lobo solitario

Después de tantos esfuerzos y sacrificios, lo habían conseguido; el vapor del mar provocado por el fuego de la bestia al impactar y la sangre derramada de tantos héroes  para hacerle frente aún se respiraban en aquel devastador lugar.
Se apoyó con una de sus garras de acero en el suelo, le costaba respirar y su pierna derecha estaba casi calcinada, seguramente los chamanes del anillo de la tierra podrían recuperarla en su mayor parte, pero eso ya no le preocupaba, habría sacrificado mucho más por tan deseada victoria, su pulso se estaba acelerando cada vez más.
Iba a morir por el agotamiento de tan ardua batalla, observó un instante su alrededor, muchos de sus compañeros yacían reuniéndose con sus ancestros, él no iba a ser diferente, tragó saliva cerrando los ojos, preparándose para el final, su ultimo pensamiento  ``Alterac´´, sus ráfagas de aire frio, sus pinos  y los esbeltos y feroces lobos blancos corriendo por las montañas, el clan lobo gélido cazando y narrando las  gloriosas batallas del pasado,
Urzuk moriría victorioso frente Alamuerte, la mayor amenaza para todas las razas del mundo, ayudando a Thrall y a otras tantas leyendas vivas, en nombre del clan lobo gélido, era una buena muerte, así lo pensaba mientras se centraba en un último recuerdo donde siendo más joven cazaba en las estepas nevadas con su hermano bajo la supervisión de Herzuk, aquel día dio caza con un simple arco a su primer ogro. Había sido una vida honorable y esta muerte era igual de digna, la oscuridad lo envolvió y ya no sintió más el dolor, no había cansancio ni duda, todo quedo en silencio, siempre pensó que la muerte sería así.

Algo le apretaba en el pecho, quizás una piedra o una rama del camino, tras algunos gruñidos de protesta ,su ojo derecho parpadeó hasta permitir que la luz del día le golpeara, con mucho esfuerzo llegó a comprender que estaba siendo cargado, la molestia que le golpeaba era el peto de madera compuesto por cañaveras de un tauren, no se alarmó, sabía quién era, sin ofrecer resistencia alguna volvió a cerrar los ojos hasta que pasado casi una hora de caminata fue llevado a una tienda y los canticos procedentes de varios sanadores, druidas por el lenguaje de sus entonaciones procedían a currar aquellas heridas que necesitaban de una sanación más urgente.
Pasaron cuatro días, con sus amaneceres y sus atardeceres, pero Urzuk Garraferrea se recuperó de sus heridas y pudo caminar.
Observó que Hanzzoki el tauren que obviamente le había salvado la vida tras la batalla aún permanecía frente a la tienda, su brazo derecho estaba vendando y en cabestrillo, reía despreocupado charlando con otros miembros, pertenecientes al círculo de cenarius o al anillo de la tierra, se acercó a él y sus miradas hicieron los saludos y los agradecimientos necesarios, habían compartido mucho camino juntos y entre ellos las palabras solían ser innecesarias, el orco recordó su primer encuentro con el tauren y lo mucho que había cambiado en este tiempo, todos habían cambiado.
Hanzzoki pidió al resto que se marcharan para poder conversar de algo más personal.
-Veo que te has recuperado rápidamente-
-Aún estoy recuperando las fuerzas, no tenías que haber cargado conmigo tauren testarudo-
-Ya ya, el honor y la muerte del guerrero, olvídalo Urzuk si tus ancestros hubiesen querido que perecieras no me habrían dejado con vida para salvarte de ese destino-
-No tenías derecho de...-
Pero la única mano libre del tauren agarró el cuello del orco, para que se detuviera en sus protestas-
-!!Basta!! He cargado contigo en esta batalla con uno de mis brazos rotos y lo hubiera vuelto hacer en otras cien,
Eres un gran chamán y un excepcional amigo, no permitiría nunca dejarte morir-
Las palabras de Hanzzoki silenciaron por completo al orco que estaba lejos de enojarse con tan preciado amigo, tragó saliva, medito un segundo y en sus ojos se reflejaron la duda y el desconcierto.
-Los espíritus te protejan por siempre amigo mío, ¿pero ahora qué? La guerra ha terminado, era para lo que nos habíamos preparado ¿que nos queda?-
Aquella pregunta había tenido una respuesta que el tauren había estado buscando desde el primer día que marcharon a la guerra.
-Ahora te queda el hogar amigo mío, celebrar tu victoria tu tiempo de paz con los tuyos, Urzuk vuelve a Alterac, tu familia tu clan esperaran tu regreso-
Urzuk sabía el valor que su amigo le estaba dando aquella palabra ``hogar´´ Hanzzoki nunca tuvo uno, pero y ¿el?
Siempre pensaba que era el clan Lobo gélido, el hogar estaba siempre donde uno tenía el corazón, pero había pasado mucho, mucho tiempo que se encontraba lejos. Había luchado y derramado sangre con otros tan distintos a sus hermanos, incluso aliado de los enanos, había viajado a los confines de la tierra dejando atrás la nieve y las montañas, había madurado, adquirido conocimientos para la guerra y a niveles espirituales que nunca llego a imaginar, pero sobre todo ...la había conocido a ella, Urzuk abandono su clan esperando encontrar la guerra pero nunca espero toparse con el amor, ¿Cómo dejar toda esa nueva vida, cargada de tantas cosas que claramente lo alejaban de los lobo gélido? Sus pensamientos se vieron irrumpidos por un grito.
-¡!TRAIDOR!!-

¿CONTINUARA?....

Ella? Traidor???

Muy interesante este breve relato.He de intuir que ese Tauren que mencionas es tu antiguo personaje Druida Tauren. Lo dicho Urzuk, síguelo que tiene muy buena pinta y nos tienes en ascuas de saber como continua

Tras aquel grito lleno de ira y desprecio, todos los presentes incluso los más heridos quedaron sorprendidos por tan grave acusación, todos no, Urzuk sabía que si no perecía en la batalla debería enfrentarse, a ella.
Se trata de Astia Lanzadraco, un miembro del clan Faucedraco que el chamán lobo gélido había conocido cuando se unión al anillo de la tierra para hacer frente al martillo crepuscular.
El coraje y la ferocidad de aquella guerrera había llamado rápidamente la atención de Urzuk y bastaron un par de enfrentamientos contra el enemigo, luchando codo con codo para que entre ellos naciera un sentimiento tan ardiente como sus almas en el fragor de la batalla.
El chamán había pasado toda su vida aprendiendo las tradiciones y los rituales de sus predecesores, cuando no estaba entrenando o cazando, nunca se paró a mirar a una hembra de su clan, nunca lo haría o eso pensó tras pasar la prueba del agua donde se le predijo un futuro muy desolador, se juró a si mismo que nunca tendría descendencia, nunca albergaría la esperanza de tener algo tan personal o valioso como el amor, en todas sus posibilidades a este lobo le esperaría la tragedia, pero ningún maestro le enseñó que el amor no era una elección y mucho menos que uno no escoge a quien amar, Astia era una aguerrida faucedraco, fuerte y con una determinación que hacía retroceder al más curtido de los machos. Pero ahora aquella hembra por la cual había sembrado un sentimiento agradable lleno de tranquilidad y alejado de miedos se dirigía armada con su lanza acusándolo de traidor.

-¡Traidor y miserable cobarde! ¿Cómo has podido asesinarlo? Era tu aliado de armas y lo mataste a traición, ¡Después de todo lo que hemos compartido!-Aquellas palabras estaba cargadas de desprecio y una rabia que solo el tauren Hanzzoki pudo detener antes de que llegara acercarse demasiado derramando sangre , eso no evitó llamar la atención de Umber Lenguaplata el representante del circulo de cenarius y Johunt el enano que lideraba al grupo de chamanes del anillo al que pertenecía Urzuk.
-¿Qué ocurre aquí? Bajad la voz, los heridos necesitan descanso-
Las palabras aunque pausadas por parte del enano sonaron tajantes.
-Este malnacido ha matado a mi hermano, debe ser castigado de inmediato-
-¿Es eso cierto Urzuk? ¿Has matado a Kreir Fuegonegro? Pensamos que murió a manos del enemigo- Preguntó el elfo de la noche intentando calmar con un gesto de mano a la orca que continuaba sus protestas mientras miraba al tauren buscando la verdad en su criterio pues era el que mejor conocía al orco.
-No sé de qué está hablando, ha debido de confundirme con algún chaman oscuro-
Las palabras del lobo gélido fueron breves y sin detalle, todos incluso su amigo guardaron silencio hasta que las palabras de Johunt lo rompieron
-Bien serás juzgado por el anillo de la tierra, soy tu líder, mía es la responsabilidad –
- No te confundas enano, decidí obedecer por un bien mayor pero no eres mi jefe de guerra ni mi superior, no voy a dejar que se me deshonré acusándome de asesino, no seré juzgado por enanos ni elfos-
Las palabras de Urzuk causaron expectación entre los presentes, estaba malherido pero aun así desafiante , no iba a dejarse someter.
-¡Y pensar que albergué sentimiento hacía ti, que me entregué a tan despreciable y malnacido cobarde! Aprovechaste la confusión de la batalla para matar a mi hermano , te has deshonrado y yo lo he hecho también por siquiera tocarte, que tus ancestros te maldigan orco miserable!- Las palabras de Astía ganaban fuerza y credibilidad ante los presentes que no sabían lo que sucedió en realidad.
-¿Amigo mío no tienes nada que decir en tu defensa?-Preguntó Hanzzoki intentando que su amigo no perdiera su prestigio entre los demás.
-No-Su respuesta era tajante, Urzuk no aceptó el crimen pero tampoco se justificó, tan solo la mirada cruzada con el tauren delataba que había algo más que no pensaba revelar.
-¡Si el anillo de la tierra ni los druidas van impartir justicia yo misma recuperare mi honor arrancándote el corazón cobarde!-
-¿Cómo piensas resolver esto , orco? No das detalle, pero todos sabemos que tenías con el caído cierta hostilidad-Afirmó Umber observando la escena cada vez más convencido de la culpabilidad del lobo gélido.
Aquella afirmación era una verdad a medias, desde un principio Kreir no acepto la relación de su hermana con Urzuk, ambos se habían discutido y en más de una ocasión tuvieron que ser separados. Todo señalaba que las palabras de Astía eran la verdad, una verdad que deshonraba al chaman, ¿Cómo podía el amor deshonrar a un guerrero? ¿Debía contar lo sucedido? No, Lo había prometido y pagaría las consecuencias.
. Mak´gora- Respondió Urzuk dejando helados a todos los presentes.
-No lo permitiremos, ya ha muerto demasiada gente , la guerra os está enloqueciendo a todos-
La queja del enano fue aprobada por varios druidas y chamanes.
-Te repito enano que no soy un chamán del anillo de la tierra, soy Urzuk Zarpaferrea miembro de la Horda, y como tal si se pone en duda mi honor solo veo una salida, el Mak´gora-
-Que así sea cobarde, yo aceptaré tu patético intento de parecer honorable, ¡Que sea aquí y ahora! Me basta mi lanza para atravesarte como la Hiena que eres-
No fue la amenaza en si lo que le dolió, si no el sentimiento con el que Astia se dirigió a él, un desprecio con una pasión tan ardiente, la misma pasión de la que se enamoró de ella, ahora se tornaba odio y posiblemente una venganza letal.
-Que así sea, combatiré con mi zarpa derecha, mi brazo izquierdo es prácticamente inservible-
Algunos comenzaron a oponerse y otros aplaudir la valentía descerebrada de combatir a muerte con solo una mano útil pero fueron las palabras de Hanzzoki las que finalizaron el debate.
-Ambos son miembros de la Horda y se respetara dicho enfrentamiento, demos un momento para que se preparen y elijan su testigo, si alguien interviene se considerara un acto de traición-





Solo habían pasado unos minutos, ambos se habían colocado veinte pasos del otro, vestidos con apenas unos taparrabos se observaron un instante, Astía escogió a un chamán de su clan y Urzuk a su amigo tauren, le había pedio que imbuyera su zarpa para aliviar el dolor que aun recorría todo su cuerpo, no estaba sanado, apenas recuperado y su rival había sufrido menos en la batalla, la observó bajo su capucha de lobo, seguía siendo hermosa, apenas tapada con dos piezas de cuero y con su lanza en mano, Urzuk recordó la última vez que pasaron juntos.
Podía a ver dicho la verdad de lo ocurrido, quizás todo se hubiera quedado en una estupidez, quizás hubiera podido estar con ella, tener una descendencia digna e incluso morir a su lado en futuras batallas, todo aquello se desvaneció cuando un cuerno dio la señal para comenzar con el duelo, donde el honor era más valioso que la vida.

Ella corrió hacía él buscando clavar con la punta de la lanza su corazón, él intentando no malgastar las pocas energías la esperó girándose justo a tiempo para desplazarse lateralmente como quien esquiva una cornada, su zarpa se lanzó sin mirar hacia ella pero Astía ágil retrocedió alzando su lanza la cual corto y quemó parte de la capucha de su oponente,
El olor de pelo de lobo de la capucha invadió el olfato de Urzuk dejándole bien claro que no se trataba de un sueño , era la vida real , una vida que se iba a terminar en breves.
Ambos retrocedieron unos pasos y cargaron con un grito al unísono, pero el lobo era más lento, la pierna medio abrasada le pasaba factura y el odio que ella sentía, le hacía un rival más peligroso, la lanza rasgo el costado del orco haciéndole arrodillarse , Astía no se detuvo y desgarró parte de su hombro izquierdo al tirar para recoger la lanza.
La sangre broto en la arena , la respiración del chaman se hizo más pesada y apenas conseguía mantener su rodilla apoyada, su vista se tornaba otra vez borrosa, inclinado ante su oponente, estaba preparado para morir, así lo había previsto, era la única manera de cumplir su promesa sin caer en mayor deshonra. Intentó levantarse pero no tenía fuerzas, estaba cansado de luchar, contra el destino, el futuro, los sentimientos enfrentados en definitiva contra la vida misma.
-¡Los ancestros son justos! Hoy morirás traidor, cuando acabe contigo llevare tu cabeza a los tuyos para que conozcan tus viles actos y tu cobardía en la batalla, la deshonra caiga sobre los lobo gélido y tus miserables antepasados!-

Los lobos gélidos, aquellas palabras fueron las únicas que escuchó Urzuk ante tan devastador discurso final por parte de su verdugo, ¿Cuándo olvido su propósito?¿No abandono a los suyos para evitar precisamente el final que pregonaba su ejecutor? No podía permitir que aquello sucediera , volvió a recordar la última visión, los grilletes, la devastación y sobre todo aquella risa que le atormentaba día y noche, era un lobo gélido y como tal moriría peleando no arrodillado.
Astía descendió su arma con todas sus fuerzas y rabia velozmente, sé hizo un silencio entre los espectadores, la lanza había sido detenida por el brazo destrozado de Urzuk que sangraba y cicatrizaba al mismo tiempo debido al contacto con la hoja imbuida, un rugido devastador seguido de un relámpago que partía el cielo en dos hicieron que la orca retrocediera unos pasos, el chamán se había incorporado completamente ignorando todo el dolor, algo había cambiado, sus ojos enrojecidos y sus fauces completamente abiertas indicaban que la bestia había dominado al orco, partió la lanza con su mano aparentemente inútil y con la zarpa atravesó sin palabra alguna a la dueña otro tiempo atrás de sus mejores intenciones sin darle tiempo a reaccionar, el rostro de la joven enmudeció al mismo tiempo que todos los presentes contemplaron como el moribundo chaman alzaba a su rival dos palmos del suelo con una sola mano, una fuerza claramente sobrenatural se había apoderado de él.
-¡SOY UN LOBO GELIDO! NO UN COBARDE NI UN TRAIDOR, ¿ALGUIEN LO PONE EN DUDA?
¡!ME ENFRENTO A MIS ENEMIGOS DE FRENTE Y SUCUMBEN ANTE MI CORAGE Y VALENTIA!!
¿QUIEN DE VOSTROS SIGUE DUDANDO DE MI HONOR O EL DE LOS MIOS!!? –Sus gritos encogieron a la mayoría mientras Urzuk lanzaba lejos el cuerpo inerte de Astia, en posición de combate desafiaba a todos los que allí se encontraba, la tierra comenzó agitarse bajo sus pies , el viento se alzó feroz y el relámpago surcaba los aires como si empatizara con la rabia de aquel chaman.
Pronto fue rodeado por un escuadrón de elfos y enanos , dispuestos abrir fuego contra aquel enloquecido orco lleno de ira, Umber daría la señal para abatirlo, después de todo muerto el perro se acabó la rabia, pero para la sorpresa de todos fue Hanzzoki quien salto a la arena improvisada intentando detener a su amigo.
Pero Urzuk estaba poseído por una rabia acumulada y reprimida, solo veía alguien al que matar, se abalanzó contra Hanzzoki, el tauren en su optima forma física esquivo el ataque agarrando su brazo desarmado, no tuvo tanta suerte con el otro que corto su hombro antes de poder sujetarlo, la espuma brotaba de las fauces del orco que intentaba liberarse, cuanto más empeño ponía más se sacudía la tierra debajo de ambos, el enano intento aplacar a los elementos pero no lo consiguió, la ira del chaman invadía todo el lugar enfureciendo a los espíritus .
-Cálmate Urzuk, ¡!se acabó, has ganado, detente amigo mío!!-
Hanzzoki se limitaba agarrarlo pero aun contando con su fuerza, su compañero conseguía empujarlo hacia atrás.
-Todos muertos, bajo mis pies ¡! Todo aquel que insulte mi honor!!-
Urzuk no entraba en razón , su rabia lo dominaba por completo, incluso la electricidad estática comenzó a invadir al tauren.
-Vamos viejo amigo, cálmate, recuerda..Urzuk.. recuerda….. Los ojos de tu madre…-Susurró Hanzzoki atrayendo al orco hasta él.
Aquellas palabras congelaron al chaman de inmediato, la tierra dejo de temblar y los cielos de rugir, los brazos se relajaron y su vista cogía su color habitual. El silencio invadió una vez aquel lugar.
Urzuk observó el cadáver de Astía a unos metros atravesada, tenía el pecho abierto en canal y la sangre la rodeaba, pero su mirada aun parecía fijarse en él con una eterna maldición de desprecio.
-Por..Por… los elementos… que he ..que he hecho….-
Sus palabras quedaron ahogadas mientras su amigo lo abrazaba contra su pecho.
-Nada viejo amigo, solo has combatido y has perdido…-